Entramos a Chile por el Paso Samoré, muy cerca a Villa La Angostura,
y nuestra primera parada fue en Osorno. Pasamos del lluvioso Osorno
al desierto de Atacama y, a medida que avanzamos el panorama
cambiaba constantemente. El sur de Chile tiene una superabundancia de
agua de lluvia, ríos y lagos, mientras que el norte del país se
convierte en uno de los lugares mas secos del planeta.
La falta de agua también significa menos población y medios de
producción. En el sur tienen ganadería, agricultura y producción
forestal, mientras que en el norte recurren a la minería en gran
escala. Para soportar los muchos proyectos mineros construyeron
enormes complejos de energía alternativa – fotovoltaica y eólica
– junto con sus líneas de distribución. Al mismo tiempo, estos
proyectos mineros consumen una gran parte de la poca agua disponible
en la región. Excepto por la gente que trabaja en actividades
relacionadas a la minería, uno puede manejar por horas y cientos de
kilómetros sin ver a una persona o animal. Estos mismo cientos de
kilómetros nos muestran las huellas dejadas por décadas de
proyectos mineros en la región de Atacama, y no mencionemos el
reguero de contaminación que queda sin remediación.
Siempre surgen algunas preguntas bastante básicas: ¿qué pasaría
si, en vez de proveer energía y agua a proyectos mineros, el
gobierno proveyera energía y agua para promover y sostener
actividades tradicionales y sustentables a través del tiempo, tal
como la agricultura? ¿Es siquiera imaginable tal tipo de desarrollo?
El transporte individual es muy caro, con casillas de peaje ubicadas
cada pocos kilómetros (en promedio una cada 134 kilómetros a lo
largo de 3000 kilómetros. Costo promedio: 4,50 U$S cada una, unos 90
pesos argentinos). Al mismo tiempo, en un país tan largo, el
transporte público también es muy caro. Chile todavía es un país
pobre, pero vivir y moverse en Chile está fuera de alcance de la
persona común.
Manejamos desde Osorno a Concepción, luego Santiago, Copiapó,
Coquimbo, La Serena, y Antofagasta. En vez de seguir hacia el norte
por la ruta 5 doblamos hacia el noreste para cruzar a Argentina
nuevamente a través del Paso Jama. El viaje fue interesante pero
difícil porque nuestro auto se “apunó” debido a la altura (más
de 4500 metros), perdió potencia y nos obligó a viajar más
lentamente.
Volcan Licancabur, en el límite entre Chile y Bolivia |
El panorama cambia radicalmente una vez que uno entra a la Argentina.
Hay más humedad en el aire y en las altas montañas empezamos a ver
algunos arbustos y vicuñas.
Nuestro objetivo era pasar la noche en Purmamarca, Jujuy, y luego
seguir viaje hacia el norte para llegar a Potosí, Bolivia. Sin
embargo no tuvimos en cuenta que llegábamos en Semana Santa y los
hoteles estaban colmados de gente que viene por esas ceremonias. Ante
este problema no nos quedó más remedio que seguir viaje hacia el
norte hasta La Quiaca. Mañana cruzaremos a Villazón, del lado
boliviano, y seguiremos viaje hacia Potosí, Sucre y Uyuni.
Muy interesantes tus comentarios...gracias.
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